Para Coral, que con sus charlas me he vuelto a encontrar con el placer de escribir.
- Apparat-Useless Information
Walls (Shitkatapult, 2007) - Dr. Strangelopop – Strange Utopia
Proximity One: A Narrative of a City (Proximal, 2010) - Saroos - Yukoma
See Me Not (Anticon, 2010) - Gala Drop-Drop
Overcoat Heat (Golf Channel, 2010)
(Este playlist se engendro de una forma digamos ”peculiar”. Soy de ese tipo de personas que ha hecho de su iPod una forma de compañia, que vaya paradoja, lo que termina es “alejarnos” y “encerrarnos” en nosotros mismos de los “demás”. En fin, el transporte público poco a poco, gracias a nuestros “aparatos” se ha ido volviendo como una especie de sucursal para nuestro “aislamiento”, mientras nos movemos de un punto a otro.)
Hace unas semanas al salír del cine me tocó ver una estampa irrepetible: el atardecer más multicolor que me haya tocado presenciar y desde el lugar más ajenamente natural: el estacionamiento de un centro comercial. El cielo parecia haber tenido un convulso orgasmo, las distancias entre las dimensiones que están más arriba de la atmósfera se habian fundido con las otras de menos posición, el horizonte apenas y servía como un estrecho límite: en los costados del cielo se podrian apreciar tonos que ya anunciaban la muerte del día cuando al centro se presagiaba el nacimiento de la noche…Cuando debía ser al revés, ¿no? Si fuera astrónomo ya lo hubierá aburrido con mi explicación, dejemos todo al supuesto.
Luego de quedarme más de media hora apreciando tal espectáculo entre lamentos de no haber llevado una cámara conmigo, llego la hora de abordar el transporte público. En donde vivo la gente no se mueve en camiones: Son viejas combis de esas que usaron los hippies californianos pero que los choferes poco conocimiento tienen de ello y ahora son sonorizadas por épicas cumbias, música tradicional mexicana e incluso psycho o trance (pero nada de Jefferson Airplane o Iron Butterfly). Luego de un rato, abordé la que a mi parecer era la “menos llena”. De la nada mi comodidad se volvió efimera: Una abrupta marea humana irrumpio dentro del transporte, la densidad humana de manera gradual me fue alejando del centro de los asientos para que me orillarán violentamente a la ventana. No era la primera vez que me tocaba sortear esa situación, anticipadamente trato de poner en el iPod música caótica y hacer del caos -interno y externo-una catarsis. Sin embargo la estrechéz del espacio fue tal, que mis manos no pudieron alcanzar el bolsillo. Era una ruta larga y yo estaba bajo el desamparo de la modalidad “random”. Por un momento habia optado por quitarme los audifonos pero soy alérgico al trance y antes de apuntar la mirada hacia las interminables hileras de luces de los vehiculos ya estaba sonando el vaivén de acordes en péndulo de ”La locomotora”, fue un grato momento. Parece ser que los audifonos han estado más en comunicación con mi subconciente que yo, puesto que bajo no sé qué designio todo mi trayecto fue sonorizado por beats o acordes cuyo rasgo caracterísitico era ir en una especie de péndulo progresivo, algo parecido con la situación dentro del transporte y mi punto de fuga que era la ventana; gente que nunca terminaba de subir o bajar, autos que nunca infinitamente iban y venian: resta y suma de una misma meta-dualidad.
Justo en el momento en que abrace puerto en mi destino, fue que empezo a sonar Child in Time de Deep Purple, pero esa es otra historia (y espero que otro post).
Luego de quedarme más de media hora apreciando tal espectáculo entre lamentos de no haber llevado una cámara conmigo, llego la hora de abordar el transporte público. En donde vivo la gente no se mueve en camiones: Son viejas combis de esas que usaron los hippies californianos pero que los choferes poco conocimiento tienen de ello y ahora son sonorizadas por épicas cumbias, música tradicional mexicana e incluso psycho o trance (pero nada de Jefferson Airplane o Iron Butterfly). Luego de un rato, abordé la que a mi parecer era la “menos llena”. De la nada mi comodidad se volvió efimera: Una abrupta marea humana irrumpio dentro del transporte, la densidad humana de manera gradual me fue alejando del centro de los asientos para que me orillarán violentamente a la ventana. No era la primera vez que me tocaba sortear esa situación, anticipadamente trato de poner en el iPod música caótica y hacer del caos -interno y externo-una catarsis. Sin embargo la estrechéz del espacio fue tal, que mis manos no pudieron alcanzar el bolsillo. Era una ruta larga y yo estaba bajo el desamparo de la modalidad “random”. Por un momento habia optado por quitarme los audifonos pero soy alérgico al trance y antes de apuntar la mirada hacia las interminables hileras de luces de los vehiculos ya estaba sonando el vaivén de acordes en péndulo de ”La locomotora”, fue un grato momento. Parece ser que los audifonos han estado más en comunicación con mi subconciente que yo, puesto que bajo no sé qué designio todo mi trayecto fue sonorizado por beats o acordes cuyo rasgo caracterísitico era ir en una especie de péndulo progresivo, algo parecido con la situación dentro del transporte y mi punto de fuga que era la ventana; gente que nunca terminaba de subir o bajar, autos que nunca infinitamente iban y venian: resta y suma de una misma meta-dualidad.
Justo en el momento en que abrace puerto en mi destino, fue que empezo a sonar Child in Time de Deep Purple, pero esa es otra historia (y espero que otro post).
Imágenes: [1,2,3]
Fuente: www.moteldemoka.com
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